La asociación «El Corriellu La Pandorga» ha rodado una película sobre la vida de los pueblos asturianos de hace un siglo.

La asociación «El Corriellu La Pandorga», de Bimenes, ha vuelto a demostrar que no se le pone nada por delante. Tras el éxito de su disco-libro, del que vendieron 1.000 ejemplares en tres meses y que va por la segunda edición, ahora han dado el salto a la ficción con la película «Amor míu del alma».

La presidenta de este colectivo, Carmen Pandiella, se encargó del guión y la dirección; la grabación fue responsabilidad de Luis Rivaya, quien fuera el alma mater de la desaparecida televisión Comarca de la Sidra y propietario de la productora La Chalga. Han sido más de tres años de trabajo, cuyo resultado se mostrará al público en octubre. La película tendrá versiones en asturiano y en castellano.

Pandiella explica que la idea surgió como forma de dar a conocer la vida en un pueblo a finales del siglo XIX y principios del XX. No faltan referencias al duro trabajo del campo, el amor, el desamor, la emigración y la presión social. La historia, que relata los amoríos de la hija pequeña de Pachu y Rita con el hijo de la Marquesa, rebosa «humor, tristeza y reflexión», manifiesta Orfelina Suárez, una de las actrices de El Corriellu La Pandorga.

Carmen Pandiella señala que encontró parte de su inspiración para escribir el guión en la familia que vivía en la casa de Castiello donde se desarrolló el rodaje. Cuesta hacerse idea de cómo se arreglaban diez personas para convivir en una casa de 36 metros cuadrados.

Los miembros de esta asociación, que tiene como principal finalidad la promoción de los valores culturales y folclóricos de Bimenes, se prestaron gustosos a ejercer como actores. Pandiella destaca la calidad artística de algunos de ellos. Rivaya lo ratifica: «fue sorprendente el que todo el mundo -había desde niños de 12 años hasta octogenarios- se empleara de forma profesional. Pachín fue capaz de salir al corredor en calzones y lavarse, a las nueve de la mañana y con cuatro grados bajo cero». Agrega que «lo más apasionante de todo es que se haya podido rodar una historia sin que ninguno de los protagonistas ni el equipo de producción conocieran el desarrollo de la historia».

Además de la casa de Castiello, la grabación tuvo lugar en la capilla y en los exteriores de la casa de los Coreaga, en Xenra, y en el palacio Marqués de Casa Estrada de Martimporra. Tanto Pandiella como Orfelina Suárez resaltan que lo más complicado fue ajustar los horarios de los participantes y desafiar a la lluvia. El equipo está muy satisfecho y Rivaya se muestra «dispuesto a rodar la segunda parte».

Fuente de la noticia: Diario La Nueva España