El atípico tiempo estival ha acelerado en el calendario los ritmos de la naturaleza con el adelanto de la maduración de la manzana y la caída de nueces, avellanas y hojas
Dolores Menéndez, de la localidad piloñesa de Biedes, lo corrobora: «La gente ya empezó a recoger nueces la semana pasada». Lo habitual es que esta tarea se realice a finales de septiembre o principios de octubre. «La fruta está más madura y creo que la avellana ya cayó toda», apostilla. Otra vecina del pueblo, Luisa Pérez, igualmente destaca que las flores de su jardín en agosto ya estaban tan mustias como suelen hacerlo a finales de este mes.
El naveto Guillermo Lago sostiene que hablar de un adelanto del otoño en la naturaleza es algo «muy complicado de medir». No obstante, los árboles de su finca tampoco parecen haberse ceñido demasiado al calendario. Lago explica que el hecho de que durante este verano hayan recibido menos horas de luz solar y que las temperaturas hayan sido más bajas ha podido incidir en que las hojas anticiparan su caída a agosto, aunque pueda ser puntual.
Además de los nogales, los pomares son otros los árboles más afectados. De hecho, la cosecha de manzana de sidra viene este año entre diez y quince días adelantada, según apunta Jorge García, gerente de la Asociación Asturiana de Cosecheros de Manzana de Sidra (Aacomasi). La razón hay que buscarla en que la floración también se presentó antes de lo debido, aunque señala que las temperaturas estivales más bajas de lo habitual han podido ralentizar ahora el proceso. García estima que el uno de octubre empezarán a recogerse las variedades más tempranas, cuando otros años el inicio de la campaña solía arrancar a partir del día diez. Carmen y Susana Ordóñez constatan que en su finca naveta llevan apañando frutos «desde hace tres semanas» cuando lo normal es que lo hagan a mediados de septiembre. Esta circunstancia se está dando por igual en el interior y en la costa asturiana. El ganadero Manuel Tuero, de Argüero, en la Marina de Villaviciosa, reconoce que «hay mucha manzana en el suelo». Agrega que «el tiempo que vino (con calor, aunque no hiciera sol, y la humedad) fue muy bueno para el maíz. No fue un verano excesivamente lluvioso porque se aprovechó el agua que cayó y casi no hubo nordeste. Aunque creo que éste no será un buen año de manzana».
Pero este período estival tan atípico que se ha vivido en Asturias no sólo ha afectado a la naturaleza. El proceso natural de regeneración es igualmente aplicable a las personas, que tienden a perder el cabello coincidiendo con el cambio de estación. La peluquera naveta Mónica Ordóñez destaca que si tradicionalmente la caída se produce a partir de septiembre, ha constatado que en muchas de sus clientas se ha adelantado a principios de agosto.
Aunque la impresión general es que este año la naturaleza sigue otros ritmos distintos a los del almanaque, los expertos son más cautos y lo catalogan como un hecho puntual, que aún podría variar.